Psicólogo egresado de la Universidad de Buenos Aires, músico, ensayista y productor de contenidos psicológicos para radio y televisión. Especialista en atender grupos de rock y artistas en general, a los que recibe en su consultorio del barrio de Caballito. Docente de la U.B.A. en la Cátedra Teoría y Técnica de Grupos II e investigador invitado en DePaul University, de la ciudad de Chicago, EE.UU.
Como músico, y bajo el seudónimo de Dr. Poroto, editó “Trapos al sol”. Compuso la música de dos largometrajes; de la miniserie “La viuda de Rafael” y del documental “Los últimos testigos”. Ganó tres bienales de arte en los rubros de música, literatura y programa de radio.
Como escritor, además del reciente “Estar en banda” tiene publicado “El zapping dramático y otras salas”, “El libro del éxito” y “Amores Tóxicos”.
Revista 6 (R6): Naciste en Parque Chacabuco pero tu consultorio está en Caballito. ¿Porque elegiste Caballito para instalarte profesionalmente?
Fabio Lacolla(FL): Porque en Parque Chacabuco los vecinos no tienen cura!!!. Fue medio azaroso, los barrios son como pueblos donde todos nos conocemos. Profesionalmente, Caballito, es un lugar con mejores accesos.
R6: ¿Que es lo que más te atrae de Caballito y que te gustaría que cambiara?
FL: Caballito tiene la pretensión de ser un “Big Horse”, pero no deja de tener aromas de barrio. Todo lo que tenga que ver con lo popular, barrial y comunitario me seduce mucho más que un barrio de alta alcurnia. Prefiero la cercanía con el Bajo Flores que con el Alto Palermo.
R6: ¿La emotividad, lo visceral y la percepción que sobre si mismos tienen los músicos te resulta difícil de manejar en tu actividad profesional o no es distinto a cualquier otro paciente?
FL: Los músicos de rock son impetuosos, básicamente, pero es comprensible: cualquiera que toque una guitarra se transforma. El poder que tiene ese sonido transforma a la gente, al público. Después abajo del escenario los músicos, como cualquiera de nosotros tienen el mismo aparato psíquico así que en eso no dista mucho de nadie pero todo el alrededor, llámese establishment del rock, periodistas, managers, los agentes de prensa, el público y también psicólogos influimos y de algún modo construimos ese ser músico al que vos te referías en la pregunta.
R6: ¿Qué te motivó a escribir sobre la psicología de los músicos de rock? ¿Tener como pacientes a rockeros fue un disparador o el tema te atraía desde antes de esto?
FL: Primero empecé atendiendo a bandas de rock. Yo vengo de la música. Ser psicólogo lo califico como un “accidente académico” pero en mi vida fueron dos cosas que estuvieron siempre vinculadas. Hace muchos años leí en un reportaje que “Les Luthiers” se atendía con Fernando Ulloa, referente y maestro de muchos de nosotros – fundador de la Asociación Psicoanalítica Argentina – y me llamó mucho la atención que una banda, en este caso de humor, tuviera su terapeuta. Para mí el terapeuta – en mi visión de esos años, siendo muy joven – era para los locos o para aquellos que les “dolía el corazón” afectivamente hablando. Ese fue mi primer contacto con el tema de las terapias a grupos artísticos en su conjunto, digamos. Con los años me fui acercando a Ulloa y el me alentó a que me fuera dedicando a esto. Así que de a poco me fui adentrando en ese mundo casi como un juego.
R6: ¿Cómo un juego?
FL: Viste que uno de chico juega a cosas que después de grande más o menos puede terminar haciéndolas en serio, bueno…por ahí. Mi hermano tenía una banda y dijimos un día de hacer un taller – yo desde siempre me dedico a lo grupal – y así arranqué, con mi hermano y con mis amigos músicos. Después con el tiempo uno se va profesionalizando, encontré un método, investigué sobre este tipo de trabajos.
R6: ¿Es distinto un grupo de rock que otro tipo de colectivos?
FL: Tiene su especificidad obviamente. Yo no solamente aplico la psicología a la dinámica de un grupo, el compromiso para hacer mejor mi trabajo me llevó a interiorizarme más y aprender sobre el rock. A los que nos gusta el rock, no solamente lo escuchamos, también leemos rock y nos interesan los fenómenos sociales y como esta manifestación cultural fue adaptándose a eso.
R6: ¿Se fue modificando, más allá de lo musical, el fenómeno cultural del rock?
FL: No es lo mismo el rock del siglo XX que el rock del siglo XXI. No te digo que el rock está en un geriátrico pero pasó de drogadicto a hipertenso…
R6: Refiriéndote al rock nacional, vos hablas del rock pos Cromagnon. ¿Qué modificó en el rock la tragedia de Cromagnon?
FL: Si. Está el “Pos Malvinas” que fue como la apertura del rock nacional. Una explosión de popularidad por decirlo de alguna manera y Cromagnon obturó. Dije hace un tiempo, como para ilustrar esto, que después de Cromagnon el rock tuvo un ACV. Y de alguna manera sigo creyendo que es así. No lo dejó hemipléjico, digamos, pero tiene una pequeña lesión.
R6: ¿Cromagnon modificó la visión que del rock tenía la sociedad?
FL: A partir de Cromagnon toda la sociedad empezó a plantearse lo que era un espectáculo de rock. Un hecho al que se le prestaba relativa atención comenzó a mirarse diferente a partir de lo que algunos llaman accidente, otros llaman tragedia, otros negligencia, otros ausencia del estado, otros culpabilidad, otros responsabilidad y así según las visiones de cada uno. Seguramente pasen muchos años más para que podamos ponernos de acuerdo en que fue lo que pasó y quizá nunca lo hagamos. Pero lo que no se pone en duda es que cambió mucho la escena. Los beneficios secundarios son que ahora un músico antes de ponerse a tocar mira si todo está en condiciones. Les abrió cierta responsabilidad a los chicos que recién empiezan a subir. Se fijan si está todo bien, si los cables están bien, si están dadas ciertas condiciones de seguridad. El Estado está un poco más presente, poco pero está. Se creó hace dos años el Instituto Nacional de la Música y eso permite que los lugares estén más o menos cuidados y los músicos tengan cobertura. Yo he tocado en sótanos donde caía agua de la humedad del techo, con el piso todo mojado y la rockeabamos igual y no nos importaba nada. Tocábamos en Cemento, que hoy no estaría habilitado, pero era el espíritu de la época.
R6: En tu libro hay entrevistas a Juanchi Baleirón, Daniel Melingo, Manuel Moretti, Guillermo Novellis, Lula Bertoldi, Walas y varios más. Músicos de distintas generaciones y disimiles vertientes del rock. ¿Cuál fue el criterio que utilizaste para seleccionarlos?
FL: Más que entrevistados yo prefiero llamarlos investigados. Con buena leche pero investigados. Hice un mapeo de lo que me interesaba saber en relación al rock. ¿Qué pasa cuando una banda se queda sin cantante? ¿O un cantante que se queda sin banda? Por ejemplo está Juanchi Baleirón de Los Pericos, una banda que se quedó sin cantante y de alguna manera lo resolvieron. También está Edu Smith que es el caso de un cantante que decide dejar una banda, en este caso Árbol. Una banda popular como La Mosca. Una banda que viene del Under y allí se queda como Las Manos de Filippi , una banda que viene del under y llega a un Lollapaluzza como Massacre, un gran poeta como Manuel Moretti de Estelares, un adelantado como Melingo, está Zavaleta que llegó al éxito y después volvió. Y referentes femeninos como Lula Bertoldi de Eruca Sativa y Andrea Alvarez que fue baterista de Soda en un momento y que ahora está con un proyecto solista. Muy variado y con diferentes experiencias.
R6: ¿Y qué era lo que más te interesaba saber en esta investigación?
FL: Sus opiniones sobre diferentes temas. Que opinaban de las drogas; que opinaban específicamente del Paco; que opinaban de Cromagnon; que cosas eran terapéuticas para ellos; como se llevan con el silencio, cosas y situaciones que me interesaba saber cómo las manejaban y las vivían.
R6: ¿Por qué estos temas?
FL: Porque la mayoría de la gente tiene una visión del músico arriba del escenario pero abajo no lo ve, no sabe demasiado de ellos. Si bien ahora con la tecnología hay más acceso uno conoce al artista básicamente por su obra y está bien que sea así. Hace unos días me preguntaban a qué artista internacional me hubiera gustado conocer y la verdad es que si algo aprendí de esta profesión es que un artista cuanto menos lo conoces, mejor. No es aconsejable hacerte amigo de alguien que admiras mucho. ¿Qué quiero decir? Que si hay algún poeta o escritor que te gusta mucho como escribe o lo que dice, no te vayas a tomar con él un whisky hasta las cinco de la mañana porque seguramente te vas a desilusionar.
R6: ¿Las drogas están tan presentes en el mundo del rock como se cree o es parte del imaginario colectivo?
FL: Son las dos cosas. De todos modos el problema con las drogas lo tiene el que no se droga. Cuando uno está en un periodo de consumo de alguna manera justifica y defiende ese consumo. El problema lo tienen los otros integrantes de esa banda que no se drogan. Pero esos compañeros de la banda que no consumen entran dentro de lo que se llama la coadicción y muchas veces, esas bandas, por no perder a alguno de sus integrantes más importantes terminan perdiendo el proyecto. Una de las cosas que más trabajo con las bandas es que primero tiene que estar el proyecto y después la gente.
R6: Se asocia a las drogas con el fenómeno creativo. ¿Qué te dice tu experiencia en contacto con el mundo del rock?
FL: Hay un mito respecto a las drogas y las composiciones. Yo invito a cualquiera que me nombre una canción que le guste mucho y realmente es muy poco importante si el que la escribió lo hizo drogado o no. Hay canciones increíbles que están compuestas caretas y otras horribles que están compuestas con alucinógenos. En todo caso la droga destapa lo que ya hay. Si alguien es un mal tipo con las drogas va a ser peor y si es un buen tipo será un boludo alegre, divertido y punto. El genio su genialidad ya la tiene de antes.
R6: ¿La selección de los investigados que hiciste de alguna forma identifica a otras bandas o músicos que se acercan a tu material?
FL: Desde que salió el libro me escriben lectores músicos diciendo que a ellos les paso o les pasa algo similar. Yo trato de escribir mis libros de la misma forma que hablo, como si estuvieras charlando con un amigo. “Estar en banda” invita a eso. Ahí se va a encontrar el músico popular, el que trabaja de músico, se va a encontrar aquel que tiene la ilusión de llegar algún día, el solista que no sale de su cuarto y su computadora.
R6: ¿Las bandas cuando vienen a verte lo hacen como algo preventivo, para armonizar la convivencia, o lo hacen cuando ya está el problema desatado?
FL: En general vienen como si fuera una terapia de pareja. Están los que vienen a tratar de recomponer y los que vienen directamente a separarse. A veces son cinco integrantes y hay uno que de entrada ya te mira mal. Porque no cree o no le interesa y está en todo su derecho, obviamente.
R6: Te escuchamos decir que el rock es una música del pasado, casi de elite. ¿Por qué?
FL: En realidad no lo digo yo, lo dice el reggaetón, la bachata y todo eso que las nuevas generaciones consumen. Cuando nosotros teníamos 15, 16 años encontrábamos en el rock nuestra identidad, la rebeldía. Hoy por hoy los adolescentes buscan otra cosa. Quizá sea porque la industria promueve otra cosa o por lo que sea pero te paras en la esquina de un secundario y si preguntas a los chicos el 90% no saben quién es Robert Plant. Parece que el rock está cumpliendo un ciclo. Los rockeros de 70, 80 años ya se están muriendo. Antes no había rockeros de esa edad y cuando esos grandes referentes ya no estén es probable que el rock quede como la música clásica. Quedará un nicho para una determinada gente y listo. En el caso del Río de la Plata tenemos el ejemplo del tango que durante 30 años la rompió y después fue desplazado.
R6: ¿Por qué pierde ese lugar el rock?
FL: Porque se volvió pornográfico. Es todo a través de la pantalla. Vos al rock lo tenías que salir a buscar, ahora te golpea la puerta de tu celular. Se perdió la magia. Al público le gusta descubrir, no ser descubierto. El rock tiene esa cosa que se esconde para que lo vayas a buscar mientras que el reggaetón se te mete en la ducha prácticamente. ¿Si está bien o está mal? Nada es eterno, lo celebro por eso.
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