Cualquier recital de punk rock al que se acuda en Capital o Gran Buenos Aires encontrará en la previa o en algún receso musical una canción que el público canta a viva voz: “En el Parque/ Rivadavia/ un Skinhead se murió/ porque no se mueren todos la p… que lo…”
Desde Revista6 desandaremos su historia para entender porque nuestro barrio es considerado el centro de un acontecimiento que sucedió hace mas de 20 años y que se fue esfumando en las pagina periodísticas hasta quedar en el olvido oficial y judicial, pero que persiste cualquier noche, en distintos lugares de la ciudad, por jóvenes que lo recogieron de otros menos jóvenes.
Punk vs Skinhead
La década del 90 en argentina fue la década del no future, no desde una postura filosófica como lo fue en la década del 80, sino de una manera mas existencial que llevó con la crisis económica a muchos jóvenes a la marginalidad. Sin bien las tribus urbanas existían desde antes, fortalecieron su lugar como refugio para mucha gente que no podía acceder a la cultura neoliberal signada por la frivolidad y la ostentación del consumo. El numero in crescendo de jóvenes que iban quedando por fuera del ese consumo se nucleaban alrededor de sus gustos musicales y la identidad barrial a través de los clubes de futbol que representaban la soberanía real y controlable frente a la extranjerización y la penetración cultural imperial. La banda mas popular de los 90 fue Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, una banda a la que se acercaban intelectuales, periodistas y artistas durante la pos dictadura que se transformó en un fenómeno masivo y popular en este periodo. Bandas viejas comos los Rolling Stones generaron toda una identidad propia en argentina e inédita en el resto del mundo que incluía: bandas que imitaban el sonido (desde Ratones Paranoicos hasta Viejas Locas) y la imagen, una estética a base de jeans, pañuelo al cuello, flequillo y, una proliferación del lenguas que aparecían como signo de identidad en prendas y banderas de cancha. El punk tampoco estuvo exento. Buenos Aires fue cede de recitales de Los Ramones en estadios llenos que contrastaban con los pequeños reductos en los que se presentaba la banda en su país de origen. El movimiento punk tenía una estética que se incorporó y comenzaron a proliferar bandas del género que ya traía una impronta política vinculada a los movimientos libertarios y la ideología anarquista. Un genero musical que ya traía un impronta ideológica encontró en el contexto político de crisis la proliferación de bandas punks.
El nacionalismo conservador argentino había sido oferta electoral en el 93 y el 95 con gran aceptación. El MODIN (Movimiento por la Dignidad y la Independencia) encabezado en la figura de Aldo Rico y un grupo de ex carapintadas terminó dilapidando su representación una vez que se incorporó al Duhaldismo. La imposibilidad de convertirse en un tercer partido con posibilidad de romper el bipartidismo hizo que la derecha intente reconstruirse aunque con la defección de su dirigente con mayor proyección integrado al PJ Bonaerense y, con el objetivo de ser gestión municipal en el partido de San Miguel, la derecha se diluyó en sus aspiraciones. En paralelo, la propuesta de orden y mano dura que detentaba el MODIN, fue destronada en ese tercer lugar que disputaba al bipartidismo por el Frente Grande, que terminó diputándole la presidencia a Menem en el ´95 y conformando luego la Alianza. En la feria de libros del Parque Rivadavia se empezó a hacer conocido la existencia del puesto Nº 27 perteneciente a Alejandro Franze. Un sujeto obeso que reclutaba jóvenes neonazis que solían hostigar a los clientes de los puestos a los que veían aspecto desalineado o intelectual increpándolos con una pregunta inocente acompañada de un tono hostil: ¿”buscas libros marxistas?” o simplemente “zurdo puto” como incitación a pelear.
Eran los denominados “Skinhead” (cabezas rapadas según su traducción básica al castellano) un fenómeno que nació multirracial en la década del 70 en Londres y que padeció una ruptura ideológica que bifurcó a ese movimiento. A este lado del Atlántico llegó su versión racista y de derecha; en el mundo entero se los considera parte de una red aunada por el odio xenófobo, el racismo, el desprecio por los homosexuales y la afición nazi a la “purga” social. El “puesto 27” había tomando notoriedad y había convertido al Parque Rivadavia como un reducto donde los nazis tenían domicilio fijo. Hacía algún tiempo habían ganado notoriedad en los medios a partir de denuncias de palizas a jóvenes judíos en distinto barrios de la ciudad. Pero el Parque Rivadavia era el reducto localizable. Desde allí, de una forma muy marginal, el sector mas marginal de la derecha buscaba reconstruirse en el resentimiento de jóvenes que buscaban aplacar las frustraciones de un sistema económico que descartaba voluntades juveniles apuntando a siempre a un enemigo externo: la inmigración. Curiosamente, la única coincidencia en todo el abanico político, era la santificación de la paridad del peso con el dólar.
El recital por Bulacio y contra el gatillo fácil
El 28 de abril de 1996 se realizó un recital en el Parque Rivadavia convocado por la CORREPI (Coordinadora contra la represión policial e Institucional). La excusa era homenajear y pedir justicia por la muerte de Walter Bulacio, un joven de 17 años fallecido en una comisaría cercana al Estadio de Obras Sanitarias producto de una razzia policial en la previa de un recital de Los Redondos y visibilizar la cantidad de casos de gatillo fácil que iban saliendo a luz por aquel entonces. La convocatoria incluía bandas de rock de diferentes estilos, algo inusual para la época, pero que la causa de Bulacio logró.
De la misma forma que el recital que se hizo en Ferro al año siguiente convocado por Madres de Plaza de mayo que sirvió para comprar el edificio donde funciona la universidad de las madres. Los subgéneros del rock eran imposibles de mezclar si no había una convocatoria noble detrás. Las primeras ediciones del Cosquin Rock de 2002 y 2003 vivieron esa tensión en la dificultad de convivencia entre las tribus rockeras. Pero antes, era muy difícil lograr esto, solo en antimenemismo lo lograba. Aquel domingo de fines de abril reunió en el monumento a Simón Bolívar a un puñado de bandas de las mas convocantes de aquella época. Todos Tus Muertos (sin su frotman Fidel Nadal de gira con Mano Negra), Actitud María Marta, Los Miserables (de Chile), Un Kuartito, Los Piojos, Los Caballeros de la Quema, 2 Minutos y La Renga. En 2017 apareció en you tube un video de 42 minutos que permite la percepción de buena parte de esa jornada. Se puede ver a los músicos detrás del escenario charlando, interactuando con la cámara, y el registro de algunos temas en vivo junto a las palabras de la abuela de Bulacio y los miembros de la CORREPI. En ese momento se puede apreciar la búsqueda de silencio desde el escenario ante un publico sordo que canta: “el que no salta es un skin head/ el que no salta es un skin head” y desde el escenario se intenta tranquilizar a los presentes diciendo: “Chicos. Por favor escuchen. Cuando venga la policía, cuando caiga la policía, no le va a pegar a los skin head, nos va a pegar a nosotros. Este festiva se trata de demostrar que somos mejores. Este festival se hace para que se sepa que mataron a Bulacio y a nuestros familiares (señalando a las familias de las victimas de gatillo fácil)”. También se puede ver la concurrencia (que promedió entre los 7.000 que dijo la policía y los 40.000 que reconocieron los organizadores), una concurrencia joven y rockera con la única presencia política de una bandera de la Juventud del Frente Grande. Aunque por lo que sabremos después no eran las únicas organizaciones políticas presentes.
Los incidentes
Las crónicas periodísticas del día siguiente no logran comprender lo que sucedió. Los diarios del lunes 29 de abril se muestran incrédulos, recién cerca del fin de semana los suplementos juveniles aportaran la mirada de periodistas especializados (El suplemento No de Pagina/12 y SI de Clarín) que tienen dimensión de lo sucedido y que no manifiestan sorpresa alguna. Un testigo de aquel día recuerda que: “En un momento, cuando pasaba la abuela de Walter con otros familiares e integrantes de la CORREPI, (los skin head) la empujaron, tirándola al suelo.” Abundan las voces coincidentes en que desde temprano una veintena de skinhead se apostó en el puesto 27 (cerca de Rosario y Beauchef) armados con cadenas y bates de baseball en clara muestra de provocación. La crónica policial asegura que el enfrentamiento se dio a las 18:30, pero los testigos contradicen ese dato afirmando que a las 18 hs la versión de los incidentes había atravesado buena parte de la ciudad. Las imágenes registradas por el periodismo muestran que la refriega sucedió a plena luz del día, con una luz natural de fines de abril, correspondiente con un horario mas temprano que el señalado por policía. Lo que ningún medio de comunicación registró es que mientras tocaba Un Kuartito una bandita de punks subieron al escenario y de entre ellos, una voz femenina tomó el micrófono y gritó: “Muerte a los skinhead”. Este testimonio tardío y casual de Ana Sol Torrixa (integrante de Un Kuartito en aquellos años) desnuda el silencio en que quedó envuelto aquel acontecimiento. A partir de aquel grito un número importante, pero no mayoritario dentro de la concurrencia, se dirigió desde el centro del parque hacia el puesto 27 y se trenzó en una pelea desigual en número con los skin head en Rosario y Beachef. Ruben Bocasucia; cantante de la banda punk noventosa “Acción Directa” recuerda en una entrevista de Indymedia: “…Fuimos a hablar con las demás corrientes políticas para hacer una asamblea y discutir qué hacíamos con los fachos. Patria Libre y Quebracho se prendieron (…) En la asamblea éramos casi cien, y se hizo a un costado del Festi. En ese momento había mas de 10.000 personas. Se votó que vaya un grupo al escenario para informar y agitar todo por el micrófono, pero cuando subimos terminamos gritando: ¡Muerte a los skins! Ahí arriba, ver a miles cantando contra los skins te saca la cabeza. Al toque, salimos una turba de 500 a lincharlos. Ellos eran unos 25, pero los más pendejos (unos 10 o 12) se fueron corriendo. Quedaron los pelados mas viejos. Quisieron resistir con palos y cadenas, pero cobraron por el campeonato. Con la gente, los cagamos a palos, les robamos las camperas y los borcegos, los meamos, por poco los cojimos.” En la misma publicación, un lector desmiente la existencia de la asamblea donde se resolvió confrontar a los skin head: “Esa asamblea con las organizaciones es ficticia seguramente. Yo estuve desde antes que comenzara el festival, en los puestos de discos, y ya se corría el rumor de que habría pelea con los nazis. Me refiero a qué la cosa se cocinó desde temprano o incluso semanas antes. Se dio en el contexto del festival pero no sucedió por las provocaciones”. En el facebook de un mítico puestero de CD (pero del Parque Centenario) se recuerda: “alguien de repente se subió al escenario y desde el micrófono lanzó el grito de batalla: “Muerte a los skinheads!!!” Y acto seguido se bajó lanzándose a la carrera hacia el puesto skin, seguido de varios cientos de punks, heavys y demás. Tal fue el quilombo, destrozos y castigo que, yo estando en mi Puesto en el (parque) Centenario, vino alguien tipo 6 de la tarde y me dijo, visiblemente conmocionado “-¿Viste lo que pasó en el Parque Rivadavia?? Le pegaron a los nazis! Hay una pila humana, uno arriba del otro, bañados en sangre, debe haber como 4 o 5 muertos. Yo me quedé duro.” Y luego siguen testimonios en respuesta que conforman la asamblea (detrás del monumento a Bolivar) convocada por el colectivo “Poder Negro” que los miembros de la CORREPI intentaron impedir sin suerte y otros que la niegan o le quitan el poder soberano de decidir la acción que se realizó, argumentando que se venía gestando el enfrentamiento como respuesta a una suma de actos de violencia de los skin head contra punks, rastas, inmigrantes, siempre al amparo de una policía federal que los protegía desde hacía muchos días.
La batalla duró alrededor de media hora y fue sangrienta, pero ni la Policía ni los organizadores del acto se hicieron cargo de lo sucedido. Los policías siguieron apostados a 200 metros del parque Rivadavia (mas allá de algunos policías de civil infiltrados que tuvieron que reconocer para no quedar expuestos en su inacción). Los organizadores continuaron con el recital. El subsecretario de Medio Ambiente de la Municipalidad, Jorge Vahedzián, dijo que los organizadores “no tenían permiso municipal para hacer el acto”, y que “ni siquiera presentaron un pedido”. “Nosotros llamamos a las ambulancias y después nos interesamos por el estado de los que se habían peleado”, dijo la abogada Verdú. “No sé por qué íbamos a tener que suspender algo que miles de personas estaban siguiendo en absoluto orden por una veintena de muchachones que eligieron pelearse entre sí”, justificó. Pero la Policía dice que a las ambulancias las llamaron ellos. “Fue lo único que pudimos hacer, porque si llegábamos a acercarnos nos iban a agredir”, se victimizó ante Clarín una alta fuente policial que el diario obviamente no reveló.
El saldo de aquel domingo fue de 26 heridos derivados a cuatro hospitales diferentes, mas los incidentes que se dieron para imposibilitar la llegada de las ambulancias y lo saqueos a algunos comercios como la emblemática vinería de Acoyte y Rivadavia que se llevó buena parte de las imágenes periodísticas del día siguiente con el testimonio de su encargado estimando las perdidas en U$ 20.000.
El saldo
Después del acto, la Policía detuvo a 32 jóvenes. Según fuentes de la comisaría 10º de Muñiz y Cochabamba, 6 de ellos fueron acusados por el saqueo a la vinería. Nadie por la pelea.
En medio de la polémica mediática del día siguiente, que sirvió para reflotar la estigmatización hacia los jóvenes, todavía quedaban internados 3 de los 26 heridos. Dos evolucionaban bien y habían salido de la sala de terapia intensiva del hospital Ramos Mejía, aunque seguirán internados. El otro, Marcelo Scalera, estaba con el cráneo fracturado y había sido operado en el hospital Fernández. Su estado era grave hasta que el 8 de mayo falleció. Tenía 32 años y era técnico de histología. Su familia negó que Scalera fuera skin head: “Marcelo no era skinhead y el día de la pelea había ido al parque a comprar libros, nada más”, dijo en su momento Alejandra, su hermana. Poco tiempo después, dos ignotas agrupaciones ultraderechistas, P.N.O.S.P. (Partido Nuevo Orden Social Patriótico) y J.N. (Juventud Nacionalista) se reunían frente al Monumento a Bolívar del Parque Rivadavia y repartían un volante que decía: “El 28 de abril de 1996 el militante nacionalista Marcelo Scalera fue asesinado salvajemente por una intolerante horda drogada anarco-bolchevique”. Cada vez que se acerca la fecha del fallecimiento de Scalera suelen aparecer afiches que empapelan las inmediaciones de parque Rivadavia y su imagen se ha incorporado a la del minúsculo movimiento neonazi argentino como un mártir. Nunca para exigir el esclarecimiento del hecho que quedó impune. En You tube se puede ver un muy corto video https://www.youtube.com/watch?v=ZSEAF3G4Sks donde jóvenes nazis de camisas negras marchan en procesión hacia el cementerio a homenajearlo.
En la interna política del fascismo argentino el grupo de Alejandro Franze que juntaba jóvenes en el Parque Rivadavia fue perdiendo injerencia en detrimento de Alejando Biondini. En el año 1998, el dueño de la librería Huemul (en la paqueta Av. Santa Fe –donde siempre se pudo conseguir literatura prohibida Nazi) alquiló un salón en el colegio La Salle con la excusa de realizar una reunión de historiadores. Pero el grupo del Franze del Parque Rivadavia “…está tratando de utilizar la reunión como si hubiera sido un encuentro de nazis. Pero nosotros somos nacionalistas, no nazis.” denunciaron los partidarios de Biondini. Franze, por su parte, acusó al otro líder neonazi de haber difundido la existencia del congreso: “Biondini es un agente de los servicios de inteligencia y mandó el comunicado para perjudicarnos”. Este cruce de acusaciones que se puede encontrar en pagina/12 de agosto de 1998 era producto de la puja por la estrategia política, sobre la forma de ocupar el espacio que tenía el Modín, en la que Biondini desplazó a Franze y el parque Rivadavia dejó de ser un reducto Nazi para trasladarse a un Centro Político y Cultural Floresta.
Desde entonces el parque Rivadavia ha seguido su vida, transformando la feria, enrejándose y conservando sus monumentos. Pero en otros lugares de la ciudad el parque Rivadavia es señalado como la tumba del fascismo argentino, para unos, y como la reivindicación de tierra santa para otros.
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