-Empecemos- dice el profe Iván, mientras acomoda los conos en la canchita de fútbol de la plaza. Y se dirige a uno de les pibitxs allí presentes: “Vos hacés zigzag a través los conos, llevás la pelota hasta aquí, y se la pasás a tu compañero, eso, ahí, bien”; y continúa con las órdenes: “Ahora devolvésela, y vos pegale de una. ¡Eso, golazo!”. A las 10.30 de la mañana del sábado 18 de este marzo atípico -con las altísimas temperaturas de un verano 2023 que se resistía a abandonar el almanaque-: así fue como la Unidad Básica “Lealtad al Pueblo”, de La Cámpora Caballito, relanzó este año las actividades de la Escuela de Fútbol “El Campito”, en la plaza Giordano Bruno.
Implacable, el sol arrojaba tremendos lengüetazos de calor sobre la canchita de fútbol, atemperados cada tanto por algunas nubes pasajeras dispersas sobre un lienzo de un azul fortísimo. A les pibxs, tanto como a los referentes de la escuelita, el escenario de calor extremo les importaba poco y nada. Es que podían más las ganas de estar ahí en ese momento, metiendo garra y corazón en este primer día de inicio de actividades.
Con el correr de estos casi 10 años de funcionamiento, “El Campito” se fue transformando en un espacio de contención y encuentro para muches pibxs del barrio, donde además descubren no sólo un lugar para practicar el mejor deporte del mundo, sino también para entablar vínculos de pertenencia, amistad e inclusión.
“La escuelita está destinada a pibxs de cinco a 13 años, y funciona desde 2013, todos los sábados, de 10 a 12 horas, siendo la lluvia el único motivo de suspensión. Están todos y todas invitadas a sumarse”, comenzó diciendo Luis Juyero, militante de la UB “Lealtad al Pueblo” y uno de los que lleva adelante la actividad. Para luego detallar que “se intenta brindar a los chicos y chicas un espacio recreativo para que estén menos tiempo en sus casas y más disfrutando al aire libre”.
Según narró Luis, la propuesta para cada sábado está bien definida: “Durante la primera hora arrancamos con diversos tipos de ejercicios, como saltos, piques, acompañamiento con pelota y cabezazos. Luego dedicamos la segunda hora a lo que elles más quieren, que es formar los equipos y armar un partidito”. Para luego aclarar que las actividades que allí se desarrollan “son de carácter recreativo y no competitivo”.
UN POCO DE HISTORIA.
“La escuelita comenzó en 2013 como una necesidad que en su momento acercó un compañero de nuestra Unidad Básica. Por aquel entonces, había unos pibes que paraban en un edificio al que le dicen ´La Favelita´, ubicado en Del Barco Centenera y Rosario. Ellos venían y jugaban, sueltos, y uno de los compañeros que militaba con nosotros nos planteó si podíamos conferirle un marco militante a esa práctica”, comenzó diciendo Maximiliano España, responsable de la UB “Lealtad al Pueblo”, para luego destacar que la iniciativa “no fue algo que salió a proponer la militancia al barrio, sino que provino desde el barrio hacia la militancia, en un proceso inverso muy interesante”.
Desde aquel entonces, el balón comenzó a rodar en “El Campito”. Y con él, las ganas de transmitir otras ideas a las próximas generaciones, ligadas a la construcción colectiva de un presente y un futuro mejores. En palabras de Luis: “Tratamos de inculcar a les pibxs determinados valores como la solidaridad, el respeto, la importancia de estar cerca del otro o la otra para lo que necesiten y, fundamentalmente, la importancia de disfrutar del juego”.
Y agrega: “Apuntamos a igualar, y a fomentar la idea de que todos y todas tengan las mismas posibilidades de hacer algo recreativo, tanto para aquel niño o niña que se puede pagar un club como para aquel o aquella que no puede hacerlo”.
Para España, la equiparación genera en les pibxs “un sentido de pertenencia muy importante”, y agrega que desde la militancia “se hacen todos los esfuerzos para equipararlos: por ejemplo, trabajamos fuertemente para que todos y todas tengan su camiseta, o que puedan acceder a sus botines”.
Aparte de su faceta recreativa, “El Campito” viene cumpliendo una función social de real trascendencia en el barrio, ligada a la contención de los entornos familiares de los chicos y chicas que acuden a la escuelita, así como a su vinculación. “Muchos pibxsvienen de situaciones de vulnerabilidad. En su momento la composición de la escuelita era de hijesde manteros que habían sido desplazados de la avenida Rivadavia, muchos de los cuales habían quedado sin trabajo. Y nosotres estuvimos muy atentos a esa situación: siempre que podíamos dar una mano, lo hacíamos”, cuenta España, y agrega: “Por ejemplo, habíamos generado un listado de padres y madres con sus oficios, para que los vecinos acudan a ellos y ellas en caso de necesitar arreglar algo en sus casas, generando así vínculos dentro de la misma comunidad”.
Desde una lógica menos apremiante, se invita a que las familias también formen parte del proceso en torno a la escuelita: “Logramos festejar los cumpleaños de les pibxs de forma comunitaria, celebrándolos mes a mes en encuentros donde todas las familias traen comida y bebidas para compartir”, describe España. Y complementa Luis: “Hemos realizado actividades al aire libre, como un cine abierto donde proyectamos la película ´Argentina – 1985´. O, por ejemplo, cuando los papás y mamás nos comentan que sus hijes tienen algún problema en la escuela, también tratamos de generar acompañamiento en esa instancia”.
TRASPASANDO EL BASTÓN
Con 10 años en su haber, “El Campito” comienza a atravesar un traspaso generacional que también es motivo de orgullo de “Lealtad al Pueblo”. “Vas observando que pibes y pibas que venían hacía ocho años hoy son parte de la coordinación de la escuelita, y eso es un golazo, porque es como vencer al tiempo”, enfatiza España, seguramente atravesado por una de las más destacadas máximas de Juan Domingo Perón: “Sólo la organización vence al tiempo”. Hoy, les coordinadores de la escuelita son Luz (21 años), Malena (21), Agustín (25) e Iván (22),
Male y Luz cuentan que el año pasado comenzaron a participar de la coordinación y que, literalmente, se enamoraron de la escuelita. “Te enamorás de todo el esfuerzo que le ponen les pibxs”, detalla Luz, a lo que Malena agrega: “Me conmueve ver a cada niñe con una sonrisa pintada en la cara. Hoy en día es muy difícil para las familias acceder a un club, y este lugar es algo parecido. Ver en les niñes sonrisas conjugadas con una gran actitud para venir y participar es muy reconfortante”.
Además de definir a la escuelita como “un gran espacio de inclusión pacífico donde les pibxs se sientan parte”, Agustín añade: “El fútbol es el deporte de Argentina por definición y, además, les niñes están recontra cebados con el campeonato mundial. Por lo tanto, es muy positivo además para ellos poder canalizar toda esa energía a través de este deporte, y que puedan sentirse Messi por un ratito”. Para concluir, Male asegura que “les chiques aprenden a relacionarse desde un lugar de unión, comunidad y solidaridad, lo que los hace parte de un desarrollo más lindo”.
Son casi las 12 del mediodía. Les pibxs continúan ganando la batalla contra el calor agobiante y el horario del almuerzo: sólo quieren convertir goles y festejarlos. Porque sí, porque la pelota no se mancha, y menos en “El Campito”. “¿Ves lo que se genera? De elles aprendemos muchísimo, porque te demuestran que por muy poca cosa podés ser feliz”, remata Luis. Y es un gol.
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